sábado, 1 de agosto de 2009

Ultima semana

En esta sexta y última semana tuvimos un mosaico de aportaciones científicas armado por Carlos Chimal y una pequeña confusión que sin embargo nos permitió discutir sobre la actualidad de la divulgación y el fantasma de las dos culturas al mismo tiempo.
Chimal se montó en el proyecto de ilustrar las relaciones entre ciencia y literatura, y eligió hacerlo a través de las entrevistas a notables científicos, con la esperanza, no tan peregrina, de que al hablar de sus últimos hallazgos la literatura emergiera por si sola. El resultado es interesante pero a veces desbalanceado. Notable la inmersión de profundidad en las neurociencias, que aunque comparto la emoción por desenmarañar los misterios de la caja negra, no estoy del todo seguro de que sea una de las áreas dominantes de las ciencias contemporáneas. Con un peso equivalente, pero no con secciones separadas, ilustra las fronteras de la física cuántica y de la bioquímica en sus versiones genética, inmunológica. Pero el verdadero eje más que las materias científicas con las que el que el texto juega, desenmaraña y trata de hacer menos científicas y más literarias, a la vez de que hace de la literatura ciencia, es el ver los efectos que la “luz interior” de estos hombre vierte sobre la sociedad en general, las iluminaciones científicas con sus efectos positivos, pero también los que han generado ataques a la ciencia y a la responsabilidad de los científicos sobre lo que realizan. Por ello Chimal hace hincapié en la necesidad del escritor científico, un puente crítico entre científicos y el público general, no solo un repetidor de noticias. Este último punto enlaza con las siguientes lecturas, que aunque analizamos en una confusión, son un contrapunto a la visión de Chimal sobre la divulgación científica.
En los artículos de Nature sobre los nuevos modos en que se esta realizando la divulgación científica, los autores regresan sobre dos temas recurrentes, el problema de la limitación de recursos para hacer divulgación en los medios tradicionales y el papel que los divulgadores debían asumir no como simples traductores del discurso científico, sino como sus analistas y críticos. Huelga decir que cumplir esta tarea crítica implica que el divulgador se dedique a tiempo completo al análisis de la ciencia, y que por su misma diversidad y amplitud, un solo hombre no puede cubrir a toda la ciencia. Sin embargo, esto choca con el primer eje, no es posible que un divulgador se dedique a divulgar solo una pequeña parte de la ciencia porque no hay quien se encargué de lo demás. Esto coloca al divulgador en una paradoja, debe ser crítico con lo que divulga, pero no tiene tiempo suficiente para entenderlo a fondo y poderlo analizar.
En este panorama, la divulgación que permite la llamada web 2.0 aparece como un nuevo enfoque para la divulgación. Un blog, como este mismo, permite a un científico interactuar directamente con el gran público y entrar en discusiones de todo tipo, que en muchos sentido creo que dan una ubicación más clara al científico del impacto de lo que esta haciendo. No es lo mismo descalificar a los creacionistas, que discutir con ellos por medio de internet y conocer sus puntos de vista e incluso pensar en formas más efectivas de dialogar con ellos sin renunciar a la ciencia. Por supuesto, no todos los intentos darán resultados, pero si consideramos el costo de que la mayoría de los científicos tengan su propio blog donde expliquen sus actividades y que uno de ellos permita al público tener un acercamiento más claro a la producción científica, con el costo de mantener ejércitos de divulgadores corriendo de un lado a otro tratando de entender, analizar y criticar los cada vez más inabarcables conocimientos que se producen a diario, creo que la primera puede resultar más fructífera.
Pero esto también redefine el papel del divulgador, no es que el blog del científico lo convierta en una especie en extinción, en un sano darwinismo, el divulgador puede aprovechar sus fortalezas, principalmente la visión de conjunto, y su habilidad para utilizar otros lenguajes y hacerlos dialogar con la ciencia. La ciencia, necesita así como la sociedad, de interlocutores que la confronten y la hagan evolucionar. El divulgador puede ser uno de ellos, sin tener que convertirse en uno de ellos.

2 comentarios:

Alfonso Islas dijo...

Mauricio

Me da gusto ver tu recensión, tengo que admitir que tienes vena literaria, pero me preocupa tu afán conciliador con los creacionistas. Solo espero que no seas tan conciliador como Horacio Salazar, encargado de la sección de TENDENCIAS, del grupo MILENIO nacional, pero que se hace en Monterrey, que pretende incluir a la ciencia, pero en su noción integral y bien portada, como de monaguillo, coloca una nota de ciencia y otra de religión, para que no se enoje el cardenal, ja, ja.

Me gusta tu reflexión de que el comunicador no tiene tiempo de entender a fondo los asuntos de la ciencia, este es un verdadero problema.

Respecto a los blogs 2.0, esperaría que de adeveras fueran el gran público, que aún no.

Solo nos queda advertir:
"¡ blogeros del mundo unios !"

Muchos saludos

A. Islas

Alfonso Islas dijo...

Mauricio

No veo en el blog tus recensiones anteriores, de la uno a la cinco. Por favor mandalas, tenemos como límite mañana martes 4 de Agosto a medio día.

Saludos

A. Islas