lunes, 3 de agosto de 2009

Semana 6: Chimal y divulgación 2.0

En este texto voy a comentar sobre los capítulos que leí del libro Luz Interior de Carlos Chimal y luego sobre la forma nueva de usar la Web 2.0 para divulgar la ciencia (artículos publicados en Nature).

Mi primera impresión sobre el libro de Chimal es que se parece mucho al libro “Los verdaderos pensadores de nuestro tiempo” de Guy Sorman (del que ya comenté aquí) ya que entrevista a varios científicos del más alto nivel para esclarecer sus ideas.  Comparando a ambos, me pareció más interesante el estilo de Sorman, pero este no deja de ser muy bueno.  Comencé leyendo sobre “ciencias duras” (Genética molecular con François Jacob, el cosmos con Martin Rees, la atmósfera con Mario Molina y física de partículas con Christopher Llewllyn Smith), y luego pasé a leer sobre “pensar la ciencia” (los capítulos de Michel Rio y el de Alan Sokal y Jean Bricmont).  Todos me parecieron muy interesantes: con los primeros aprendí mucho acerca de los últimos avances en campos en los que nunca había incursionado (y compruebo que definitivamente no hay nada como leer a los pioneros interpretados por un buen intérprete, valga la redundancia).  El capítulo de Rio estaba muy interesante, aunque me pareció un poco desarticulado del resto del texto (o a lo mejor como me brinqué varios capítulos para llegar allí, me perdí de alguna introducción) y el de Sokal/Bricmont me sirvió para seguir en un desacuerdo con muchos de sus planteamientos (pero sobre todo por su estilo).  Ya no ahondo más con Sokal, ya que escribí algo sobre esto aquí.

Los artículos de Nature me parecieron sumamente interesantes para nosotros, los que intentamos ser divulgadores, porque plantean una novedad en la divulgación que nadie ha estudiado a fondo y que realmente nadie sabe como regularlo.  Se trata del uso de la Web 2.0 para divulgar la ciencia (principalmente por medio de blogs), de la manera en que los asistentes a congresos pueden comunicar inmediatamente lo que está pasando, los nuevos avances (que algunas veces no están confirmados o pensados lo suficiente porque apenas son ideas que están surgiendo o se están desarrollando) están en manos del público en general en segundos después de que se comunicaron en algún lugar a puerta cerrada.

Los artículos de Nature que sí tuvimos tiempo de discutir, hablaron de la forma en que se tiene que cambiar la relación entre el científico (quien es como un sacerdote que pasa un dogma a la comunidad) y el divulgador, deben ser más cercanos en “nivel”.  Luego hablamos de la historia de los divulgadores que comenzaron en los 1930s y 40s en “alabar” a la ciencia (tipo porristas) hasta llegar al momento posterior a la segunda guerra mundial donde se han vuelto como “perros guardianes” para cuidar al pueblo de los científicos, hasta llegar a la actualidad donde se supone que hay un equilibrio entre porristas y perros.

Un comentario interesante, sobre todo para nuestra realidad en México, es el artículo sobre el “boom” de divulgación en Arabia, ya que no es un país de primer mundo en cuanto a la investigación (aunque ahorita está teniendo un auge increíble) y creo que hay varias cosas que podemos aprender para aplicar aquí.

Antes de terminar, les agradezco a todos sus comentarios, debates, ideas, etc.  Me divertí bastante este curso, gracias a todos ustedes.  ¡Saludos!

sábado, 1 de agosto de 2009

Ultima semana

En esta sexta y última semana tuvimos un mosaico de aportaciones científicas armado por Carlos Chimal y una pequeña confusión que sin embargo nos permitió discutir sobre la actualidad de la divulgación y el fantasma de las dos culturas al mismo tiempo.
Chimal se montó en el proyecto de ilustrar las relaciones entre ciencia y literatura, y eligió hacerlo a través de las entrevistas a notables científicos, con la esperanza, no tan peregrina, de que al hablar de sus últimos hallazgos la literatura emergiera por si sola. El resultado es interesante pero a veces desbalanceado. Notable la inmersión de profundidad en las neurociencias, que aunque comparto la emoción por desenmarañar los misterios de la caja negra, no estoy del todo seguro de que sea una de las áreas dominantes de las ciencias contemporáneas. Con un peso equivalente, pero no con secciones separadas, ilustra las fronteras de la física cuántica y de la bioquímica en sus versiones genética, inmunológica. Pero el verdadero eje más que las materias científicas con las que el que el texto juega, desenmaraña y trata de hacer menos científicas y más literarias, a la vez de que hace de la literatura ciencia, es el ver los efectos que la “luz interior” de estos hombre vierte sobre la sociedad en general, las iluminaciones científicas con sus efectos positivos, pero también los que han generado ataques a la ciencia y a la responsabilidad de los científicos sobre lo que realizan. Por ello Chimal hace hincapié en la necesidad del escritor científico, un puente crítico entre científicos y el público general, no solo un repetidor de noticias. Este último punto enlaza con las siguientes lecturas, que aunque analizamos en una confusión, son un contrapunto a la visión de Chimal sobre la divulgación científica.
En los artículos de Nature sobre los nuevos modos en que se esta realizando la divulgación científica, los autores regresan sobre dos temas recurrentes, el problema de la limitación de recursos para hacer divulgación en los medios tradicionales y el papel que los divulgadores debían asumir no como simples traductores del discurso científico, sino como sus analistas y críticos. Huelga decir que cumplir esta tarea crítica implica que el divulgador se dedique a tiempo completo al análisis de la ciencia, y que por su misma diversidad y amplitud, un solo hombre no puede cubrir a toda la ciencia. Sin embargo, esto choca con el primer eje, no es posible que un divulgador se dedique a divulgar solo una pequeña parte de la ciencia porque no hay quien se encargué de lo demás. Esto coloca al divulgador en una paradoja, debe ser crítico con lo que divulga, pero no tiene tiempo suficiente para entenderlo a fondo y poderlo analizar.
En este panorama, la divulgación que permite la llamada web 2.0 aparece como un nuevo enfoque para la divulgación. Un blog, como este mismo, permite a un científico interactuar directamente con el gran público y entrar en discusiones de todo tipo, que en muchos sentido creo que dan una ubicación más clara al científico del impacto de lo que esta haciendo. No es lo mismo descalificar a los creacionistas, que discutir con ellos por medio de internet y conocer sus puntos de vista e incluso pensar en formas más efectivas de dialogar con ellos sin renunciar a la ciencia. Por supuesto, no todos los intentos darán resultados, pero si consideramos el costo de que la mayoría de los científicos tengan su propio blog donde expliquen sus actividades y que uno de ellos permita al público tener un acercamiento más claro a la producción científica, con el costo de mantener ejércitos de divulgadores corriendo de un lado a otro tratando de entender, analizar y criticar los cada vez más inabarcables conocimientos que se producen a diario, creo que la primera puede resultar más fructífera.
Pero esto también redefine el papel del divulgador, no es que el blog del científico lo convierta en una especie en extinción, en un sano darwinismo, el divulgador puede aprovechar sus fortalezas, principalmente la visión de conjunto, y su habilidad para utilizar otros lenguajes y hacerlos dialogar con la ciencia. La ciencia, necesita así como la sociedad, de interlocutores que la confronten y la hagan evolucionar. El divulgador puede ser uno de ellos, sin tener que convertirse en uno de ellos.