Una de las metáforas más comunes al hablar de la mente humana es comprarla con un espejo que refleja o representa la realidad. Richard Rorty hace una crítica completa a esta metáfora, he incluso al uso mismo de metáforas al hablar de la realidad, como uno de los motivos por los que existen muchos de los problemas filosóficos, que termina como pseudoproblemas, efectos de nuestro uso del lenguaje. Pero estos juegos de lenguaje se han convertido en problemas por la creencia de que el lenguaje y nuestra experiencia son reflejos de la como es la realidad en sí, y que por tanto nuestras equivocas metáforas son reales en la medida en que pertenecen a una estructura de creencias particular y a un dominio de significados verdaderos. Aunque la crítica de Rorty esta enfocada a una epistemología fundacionalista, también repasa a la ciencia, que asume como cierta la metáfora del espejo y afirma que sus proposiciones sobre al realidad no son más que reflejos de como las cosas realmente son. Las lecturas de esta semana dejan una constancia de que la idea central de Rorty no esta tan desencaminada, que la búsqueda de una metáfora que condensen la compleja relación mente-realidad aun sigue, y que los verdaderos pensadores de nuestro tiempo, lo son por su capacidad de construir sistemas coherentes de conocimiento que pueden ser puestos a discusión, pero que al ser mutuamente contradictorios ponen en tela de juicio nuestro acceso univoco a una realidad o al menos a su reflejo fiel.
Como sofisticación de la metáfora del espejo, el paradigma holográfico no deja de ser evocador, al grado de que es invocado por muchos movimientos holísticos y de la nueva era como una evidencia científica de la intima relación mente-universo planteada en muchas religiones orientales. Aunque el paradigma holográfico tiene particularidades que conviene aclarar, como la noción misma de que la realidad en sí es un holograma del que la mente es una parte, y por lo tanto contiene la expresión del holograma completo. La mente y realidad no son dos todos aislados que se relacionan unidireccionalmente, sino que la mente esta imbuida en la realidad de la que forma parte, con las mismas reglas y por lo mismo es un compendio de las reglas de la realidad, borrándose la separación entre los actos metales, y los reales, todo acto mental termina por ser real al formar parte del holograma completo de al realidad. La operaciones mentales reflejan el orden básico del universo, ya que son el orden del universo en si mismas. Aunque interesante el paradigma cae en uno de los excesos que Rorty ya señalaba, suponer que existe alguna condición privilegiada para que la mente humana comprenda el universo. Aunque afirmar que la mente es parte del universo puede sonar neutral, el siguiente paso es afirmar que la mente es el universo o al menos su representación y que de alguna forma, el cerebro humano es una herramienta mucho más “holográfica” que otros cerebros. El problema fondea de nuevo en la confusión entre realidad y conocimiento, en la asunción de que el conocimiento tiene que ser parte de la realidad, en lugar de dar cuenta de ella.
De ser cierto el modelo holográfico, que a nivel de una mente o de la explicación de los procesos mentales puede funcionar, el paradigma omniabarcador que se propone entra en crisis si comparamos lo dicho por los verdaderos pensadores de nuestro tiempo, que con más frecuencia de la que nos gustaría reconocer, se contradicen entre sí, afirman cosas que al opuesto le parecen descabelladas, y muchas veces terminan por aceptar que si bien sus aportaciones al conocimiento han sido fundamentales para el progreso intelectual de la humanidad, también han sido usadas para propósitos menos claros y que en un universo holográfico ponen en entredicho la capacidad de ciertos cerebros de actuar como hologramas de la realidad. Si Prigoguin tiene la razón y Thom se equivoca, o si la sociobiología es una herramienta para conocer comportamientos no culturales o es una forma de determinismo, una sofisticada biopolítica, no es tan importante como poner de relieve que la interacción en entre estas ideas discordantes y a veces lejanas, es el motor de la ciencia; la discusión pública no es solo un requisito formal para los practicantes de la ciencia, sino una de sus piedras de fundación, que permiten evitar el problema de definir quien posee la mejor representación de la realidad y someter todas al escrutinio y la indagación. Me uno a Rorty, la mente no es un espejo de la naturaleza, y tengo mis dudas de que el cerebro sea un holograma del universo, pero creo más probable que la discusión abierta entre verdaderos pensadores, en un clima que favorezca el intercambió, la experimentación, la investigación y el desarrollo de nuevas ideas y conocimientos, sea el camino para ayudar a construir un gran holograma. Sólo no hay que olvidar que el mapa, no es el territorio.
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