lunes, 7 de junio de 2010

El paradigma holográfico



Tal vez cuando Karl Pribram concibió la idea del cerebro holográfico al leer la obra de Bohm, estaba preparado para afrontar la cascada de críticas a las que se enfrentaría, tal vez no, finalmente no importaba, pues al parecer era común que se viera involucrado en debates en los cuales no guardaba la posición más popular. “Esto me ha estado pasando desde que me metí a la ciencia, ¡y siempre he tenido razón!”, es lo que declara Pribram al respecto, pero lo verdaderamente cierto es que estaba del lado menos recurrido de un debate ya añejo: localizacionistas contra holistas, respecto a la ubicación de las funciones psicológicas en el cerebro.
Por un lado los localizacionistas postulaban que las funciones cerebrales, como su nombre lo dice, estaban localizadas en puntos muy específicos; mientras que los holistas (de holos, entero o todo) decían que estaban “esparcidas” por todo el cerebro, que no tenían una ubicación exacta.
En este debate que va desde el mismísimo Hipócrates, pasando por Broca (localizacionista) y Flourens (holista), Pribram se ha ubicado en el extremo de afirmar que además de que nuestro cerebro funciona como un holograma debido a que el procesamiento de la información es en paralelo y distribuido (paralelo en tanto que las señales recibidas las procesan simultáneamente millones de conexiones diferentes y distribuido porque la responsabilidad del almacenamiento de la información no recae sobre una unidad sino sobre amplios conjuntos de unidades), es además un holograma que interpreta al universo igualmente holográfico.
En esta relación cerebro-universo, nuestros cerebros construyen matemáticamente la realidad “concreta” al interpretar frecuencias de otra dimensión, una esfera de realidad primaria significativa, pautada, que trasciende el espacio y el tiempo. Holismo total (aunque suene a pleonasmo): nuestro cerebro es uno con el universo, una idea que ya habían adelantado los grandes místicos de todos los tiempos en diversas religiones. Pero de lo que estamos hablando aquí es de ciencia, y el paradigma holográfico puede ser cualquier cosa menos paradigma, en el mejor de los casos sería una hipótesis a la espera de ser comprobada y aceptada por una comunidad científica como solución a un determinado número de problemas en determinada magnitud, es decir, de ser ahora sí un paradigma, pero desde cuarenta años sigue sin serlo, sigue a la espera.
No le podemos reprochar a Pribram el tener una idea e intentar comprobarla (de eso se trata la ciencia), no se puede tener toda la razón (nadie la tiene) ni se puede estar totalmente equivocado (nadie lo está, creo). Pribram ha hecho experimentos con primates para corroborar que el localizacionismo estricto debería ser tomado ya como un mito (las cuatro R de recordar, 1967), y en cuanto al estudio del cerebro en particular ha hecho aportaciones mucho más sólidas, pero la extrapolación de conceptos físicos para explicaciones de orden biológico no siempre resulta ser muy afortunada, y creo que este es el caso con el “paradigma” holográfico que trata de explicar el funcionamiento del universo y el cerebro bajo los mismos preceptos.

1 comentario:

Alfonso Islas dijo...

En defensa de Karl Pribram, polémico pero sólido científico, les muestro su lista de publicaciones en:

http://www.ncbi.nlm.nih.gov/sites/pubmed

132 publicaciones, serias y de nivel.