jueves, 10 de junio de 2010

Inventar, de Norbert Weiner

En una aportación que hizo Ruy Pérez Tamayo para entender a la ciencia, implicó a ésta como la tarea de producir buenas ideas para ponerlas a prueba racionalmente. Pero, ¿cómo se produce una buena idea? Si bien el planteamiento ha sido tema de interés para diferentes esferas de conocimiento (pensemos en el arte), en la ciencia este atributo adquiere un carácter fundamental para descartar la creencia de que es una actividad acabada, sino en realidad un proceso en constante afinamiento. La empresa adquiere mayor relevancia si se piensa que mientras aumenta el conocimiento que tenemos sobre el mundo, la naturaleza y el ser humano, mayor existe la necesidad de concebir nuevas y mejores ideas que propicien un acercamiento más fidedigno de estos conocimientos. Pero, ¿cómo le hacen los científicos para producir estos planteamientos?

Inventar (1952) es un libro escrito por Norbert Weiner en el que se describe el valor que tienen ciertos condicionamientos tanto sociales como intelectuales para estimular la producción de nuevos inventos y descubrimientos. Weiner fue un matemático estadounidense, reconocido principalmente como fundador de la cibernética, y un excelente expositor sobre el papel del científico en la sociedad en que incursiona. En el libro, afirma que en el proceso de invención existen por lo menos cuatro momentos importantes: la concepción de la idea en la mente de una o varias personas y su registro en un lenguaje accesible, la existencia de técnicas y recursos apropiados para la ejecución de la idea, la oportunidad de comunicar la idea eficazmente dentro de un sistema social, y un impulso económico que sostenga los riesgos que conlleva y compense los capitales invertidos.

El libro, desde otra perspectiva, puede considerarse como una historia particular de la invención y el descubrimiento. De su formación matemática provienen los numerosos ejemplos con que Weiner fundamenta su tesis. Por ejemplo, describe los inventos de los chinos como la pólvora, la imprenta y el papel en relación con las estructuras jerárquicas de la ideología china, para explicar cómo la preponderancia de la figura del artesano permitió una época inventiva a pesar de la falta de recursos tecnológicos en la sociedad china. También incorpora la experiencia de Thomas Alva Edison para describir la profesionalización del científico en función a una orientación comercial, por medio de la creación de laboratorios industriales. Concibe además la noción del proceso inverso de la invención cuando explica que las herramientas creadas para el trabajo de descubrimiento permiten una nueva direccionalidad para la curiosidad científica.

Weiner finaliza su libro con un alegato a favor de la libertad y la independencia del científico. Estipula que si bien en las primeras etapas de la invención es difícil calcular los costos que conlleva, es importante considerar la noción de progreso desde un nivel más amplio. Por ejemplo, señala que la mayoría de las industrias tienden a colocar a los científicos que emplea en tareas inmediatas y comerciales, situación que no encuadra con los ciclos prolongados de la invención. A su vez, crítica a los científicos que monopolizan y explotan comercialmente sus descubrimientos, pues estipula que la creación científica debe estar sujeta al libre escrutinio y siempre destinada al bien de la comunidad más que al del individuo.

Bibliografía
Weiner, N. (1995). Inventar. Sobre la gestación y el cultivo de ideas. Barcelona: Tusquets.

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